Tomado de: Revista Escuela y Pedagogía
Por: Imelda Arana Sáenz, miembro Red Colombiana de Mujeres Científicas
La Red Colombiana de Mujeres Científicas de Colombia (RCMC), creada en 2016, tiene como uno de sus propósitos incidir para la transformación de las políticas de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI), a fin de que las mujeres se hagan visibles como creadoras y usuarias del saber científico y tecnológico que hoy ostenta la humanidad y para que los tópicos de interés, los enfoques conceptuales, los métodos y las prácticas de las distintas ciencias reconozcan e incorporen los aportes teóricos y las perspectivas del hacer científico de las mujeres que, de ponerse en práctica contribuirían a la conservación y protección de la vida y el buen vivir social. El desarrollo científico del país debe contribuir al desarrollo pleno de toda la población y, las perspectivas de género y feministas serán un motor fundamental para su logro.
Al observar la poca atención que se ha puesto en el país a quiénes, por qué y cómo han dirigido las definiciones y prácticas sobre el hacer científico y tecnológico, la realidad es la escasa presencia de miradas, percepciones y perspectivas de la mitad de la población humana en tales definiciones y prácticas, esto es, de las mujeres, dando como resultado el imperio de propósitos más ligados a miradas androcéntricas del mundo. Ello ha constituido la negación de la «cultura matrística» centrada en torno a la madre; cultura habituada, según Humberto Maturana en épocas previas a la instauración de la cultura patriarcal, en las cuales las tribus humanas vivieron sin guerras y sin armas como elementos centrales; sin jerarquías, sin explosiones demográficas; con agricultura y recolección cooperativa. (Maturana, 1993)
Los estudios de género y feministas en torno a la ciencia han develado la escasa presencia de las mujeres en el mundo de la ciencia y el conocimiento, y el desconocimiento, no siempre consciente, de los aportes de las mujeres y lo femenino en este campo. Procedemos de un saber académico elaborado en masculino llamado «neutro universal», por ello hay necesidad de acomodar mucho la mirada para desvelar la realidad desde nuestra diferencia femenina y nombrarla. (Montoya M., 2008)
En el campo de la producción científica y tecnológica las feministas Sandra Harding, Donna Haraway, Evelyn Fox Keller, Hellen E Longino y otras, han hecho aportes fundamentales en el esclarecimiento de conexiones entre ciencia oficial y androcentrismo. (Arana S. I., 2000) y, han cuestionado valores como la «objetividad» o la «utilidad» imperantes en la ciencia y la producción tecnocientífica tradicional y exacerbados en el mundo capitalista, así como la noción de «verdad» científica, debido a que dichos valores están atravesados por prejuicios de género centrados en la binaria que reafirma los roles del cuidado, la preocupación y la empatía como rasgos propios de la feminidad. (Sánchez E., 2017)
Sandra Harding, citada por Sánchez. sostiene que las epistemologías de la ciencia son, además de sexistas, racistas, clasistas y coercitivas en el plano cultural. Pone en evidencia los mecanismos al interior de la investigación científica que hacen prominente la visión androcéntrica que justifica los prejuicios de género, siendo las situaciones más comunes: a) la preeminencia por los estudios de la función racional en detrimento de la función emotiva, que según el sentido común caracteriza al género masculino, b) la importancia de los personajes públicos u oficiales que no toman en cuenta las esferas privadas y aparentemente invisibles de la vida y de la organización social, c) obviar el sexo o género como factor de consulta, metodologías y situaciones de investigación que impiden la manifestación de información por parte de las mujeres.
La realidad en números
En Colombia para el año 2019 se contaba con 16.796 investigadores, siendo 6.411 mujeres, el 38% (MinCiencias, 2020)[1]. En el ámbito educativo las mujeres representan el 45% y el 55% del conjunto de estudiantes en las carreras de pregrado y maestrías respectivamente y un 44% en los programas de doctorado. Sin embargo, la matrícula de estudiantes mujeres en el campo de la tecnología de la información es del 3%; en las áreas de ciencias naturales, matemáticas y estadísticas del 5 % y en ingeniería, manufactura y construcción, el 8%. (CODS, 2021)
En el mundo menos del 30% de investigadores científicos son mujeres. Solamente el 6% de los premios Nobel han sido entregados a mujeres, mayoritariamente en áreas como Paz, Literatura y Medicina. El Nobel de Paz lo han ganado 17 mujeres (18,9%) frente a 90 hombres. En Física solo el 1.4% de premios han sido entregados a mujeres. (CODS, 2021)
Las anteriores cifras muestran que, aun cuando nos acercamos a la paridad entre mujeres y nombres en el acceso a los diferentes niveles de la educación formal, ello no implica que exista equidad con las mujeres; aún son muchas las barreras que ellas deben enfrentar en su vida académica y profesional, entre muchas otras, en el campo de las tecnologías. Al igual que ocurre con la ciencia, hasta ahora los simbolismos de la tecnología son masculinos, se tiende a pensar en la tecnología como maquinaria o tecnología de punta y no en las invenciones que afectan la vida doméstica y las tareas diarias (Wajcman, citado por Ortiz, 2013)
Las niñas tienen menos posibilidades de recibir la educación necesaria para emprender carreras en ciencia y tecnología; las mujeres que trabajan en este campo reciben menor remuneración que los hombres igualmente calificados y poseen menos probabilidad de ser promovidas, concentrándose sistemáticamente en los niveles inferiores de clasificación de los sistemas de ciencia (UNESCO, 2007). Las investigadoras y las mujeres científicas permanecen ausentes de las posiciones de jerarquía en todo el mundo.
No basta con que las mujeres hayan accedido a estudios y trabajos antaño realizados solo o principalmente por hombres. Ello ha ido sucediendo con algunos resultados adversos, que producen ambivalencias en la satisfacción de las mujeres, como es el incremento de la jornada laboral, debido a la división sexual del trabajo de cuidado.
Concluimos con la UNESCO (2007) en la necesidad urgente de fomentar las acciones científicas y tecnológicas que incorporen la perspectiva de género mediante: 1) aumento de la participación de las mujeres en las áreas de ciencia, tecnología, investigación y desarrollo, en todo el mundo; 2) toma de conciencia del público sobre cuestiones de ciencia, tecnología y género; 3) recolección de un mayor volumen de datos de ciencia, tecnología y género, y promoción de la investigación rigurosa en cuestiones de ciencia, tecnología y género (UNESCO 2007); a lo que agregamos, la pertinencia de hacer de la ciencia y la tecnología campos de actividad humana que beneficien la sostenibilidad de la vida.
Papel de la educación
La situación de las mujeres enfrenta condiciones particulares que hacen de su experiencia formativa un espacio donde se reproduce y refuerza la desigualdad y la discriminación (Vaca, 2019) Puede derivar en baja autoestima, inseguridad para los casos en que las mujeres eligen una formación en un área que ha sido mayormente habitada por hombres, los entornos educativos y laborales son hostiles, poniendo a las mujeres como protagonistas de trayectorias personales e individuales en un ambiente adverso sin que se transforme el orden de género que encarnan las instituciones educativas. Para muchas jóvenes es difícil permanecer en espacios donde hay una mayoría de varones y muchas de ellas desertan de estas carreras debido al clima de discriminación, acoso y hostigamiento al que se ven sometidas, lo cual es bastante frecuente en los campos de la educación técnica y tecnológica.
Según Carolina Muñoz (2019) si bien se reconoce que la Educación Técnica Profesional –ETP- presenta virtudes para la inclusión de jóvenes de los sectores más pobres de la sociedad, desde una dimensión de género este sistema formativo evidencia nudos problemáticos. Según estudios de casos realizados por Buquet y Moreno (2017) y Bloj (2017) en México y Argentina, respectivamente (citados por la autora), existen nudos críticos que se pueden resumir en cuatro aspectos principales: oferta educativa, elección vocacional, agentes educativos y oferta laboral, mostrando como la ETP responde a un modelo de formación que refleja las características del sistema productivo y el mercado de género, así como también las barreras de género que existen y se replican, reproducen, refuerzan y perpetúan (Muñoz R.C., 2019, p. 31)
En cuanto a la educación básica, la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe dio a conocer los resultados de logros de aprendizaje correspondientes al Estudio Regional Comparativo y Explicativo ERCE 2019. En promedio en los 16 países de la región, participantes en el estudio, el 40% de estudiantes de 3º grado y el 60% de 6º grado de primaria no alcanzan el nivel mínimo de competencias fundamentales en Lectura y Matemática.
En Matemática un poco más de la mitad de los estudiantes de 3° grado (52,3%) logra alcanzar el Nivel II (operaciones elementales con números naturales; identificar elementos de figuras geométricas; producir e interpretar información en tablas o gráficos simples e identificar unidades de medida) En el 6° grado, la proporción promedio de estudiantes de la región que alcanza el Nivel III es 17,4% (resolver problemas que requieren interpretar información; realizar operaciones aritméticas; estimar áreas y perímetros; calcular adiciones y sustracciones de fracciones; identificar relaciones de perpendicularidad y paralelismo en el plano)
En Ciencias, en 6° grado la proporción de estudiantes que logra al menos el Nivel III en la región es minoritaria (20.7%) Al superar este nivel los estudiantes deberían ser capaces de explicar fenómenos cotidianos aplicando su conocimiento; discriminar preguntas e hipótesis de una investigación; evaluar la pertinencia de un diseño experimental y concluir a partir de información presentada en gráficos.
El estudio muestra las pocas condiciones que existen en América Latina y el Caribe para el desarrollo del pensamiento científico de las y los infantes y jóvenes, en tanto niñas y niños presenten tan bajos aprendizajes en matemática y ciencias. Hay mucho por hacer en el futuro cercano
Referencias
Arana Sáenz I. (2000) Ciencia y espacios para las mujeres. Bogotá: Revista Colombiana de Educación
Benavente M.C., Valdés A. (2014) Políticas públicas para la igualdad de género Un aporte a la autonomía de las mujeres. Santiago de Chile: CEPAL
Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible CODS (2021) 5 cifras sobre las mujeres en el campo de la ciencia. Recuperado de CODS https://cods.uniandes.edu.co/dia-internacional-mujer-nina-ods-cifras/ 11/02/2021
CEPAL (2019) Oportunidades y desafíos para la autonomía de las mujeres en el futuro escenario del trabajo.
Maturana, H. (1993) El sentido de lo humano. Chile: Dolmen.
Ministerio de Ciencia, Tecnología e Información MinCiencias (2020) Panel “El rol de la mujer en el liderazgo global de la investigación científica” Recuperado de: https://minciencias.gov.co/sala_de_prensa/en-colombia-solo-el-38-los-investigadores-son-mujeres-minciencia 20/08/2020.
Montoya M.M. (2008) Enseñar: una experiencia amorosa. España: Sabina Editorial.
Muñoz Rojas Carolina (2019) Educación técnico-profesional y autonomía económica de las mujeres jóvenes en América Latina y el Caribe. Santiago: Comisión Económica para América Latina y el Caribe -CEPAL-. Serie Asuntos de Género, N° 155 (LC/TS.2019/26)
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe OREAL/UNESCO (2020) Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE 2019). Santiago: UNESCO. Recuperado de file:///C:/Users/Lenovo/Desktop/ERCE%202019%20Perspectiva%20curricular.pdf
Ortiz O. Adriana (Coord.), (2013) Ciencia, tecnología e innovación con perspectiva de género: hacia un diseño de políticas públicas México: Foro consultivo científico y tecnológico, ac. Documento de trabajo. México.
Sánchez, E. (09 de 08 de 2017) “Apuntes para pensar una tecnociencia feminista”. Obtenido de Publicación virtual Animal Político: https://www.animalpolitico.com/una-vida-examinada-reflexiones bioeticas/apuntes-pensar-una-tecnociencia-feminista/
UNESCO (2007) Ciencia tecnología y género. Informe internacional. Uruguay: Ediciones UNESCO.
Vaca T. Iliana (2019) Oportunidades y desafíos para la autonomía de las mujeres en el futuro escenario del trabajo, serie Asuntos de Género N° 154 (LC/TS.2019/3), Santiago: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
[1] La ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación, Mabel Torres, participó en el panel ‘El rol de la mujer en el liderazgo global de la investigación científica’, en el marco de la X Conferencia latinoamericana y del Caribe sobre la Educación Superior ‘LACHEC Online 2020’ – Reconfigurando la Educación Internacional, liderada por la Universidad Antonio Nariño
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